Seamos realistas. El jamón tiene una etiqueta común que es la de “producto caro”. Pero ¿es realmente tan caro como lo pintan? ¿Merece la pena ahorrarse unos euros buscando gangas?
Hace ya un buen tiempo, publicamos un artículo en este mismo blog hablando sobre el precio del jamón. No cabe ninguna duda de que es el rey de las charcuterías, pero por esa misma razón, mucha gente le cuelga el sambenito de ser un producto casi inaccesible, aunque la realidad es que no es así.
Jamón entero: una especie en peligro de extinción
El peso de un jamón entero oscila habitualmente entre los 7 y los 9 kilos. Los hay más grandes y más pequeños, pero pongamos que un jamón “normal” ronda los 8 kilos. Hay pocos productos en la cesta de la compra con un tamaño similar. Nadie compra de golpe 8 kilos de chorizo o de mortadela, pero tampoco de una sola carne, un pescado, una fruta o una verdura.
Hace unos años, tener en casa una pata de jamón era bastante más habitual que ahora. Quizás más en las casas de los pueblos, donde aún se realizaba la matanza tradicional, esas casas de los abuelos que siempre olían a comida.
Según datos del INE, de los algo menos de 19 millones de hogares que hay en España, más de 10 millones son los habitados por 1 o 2 personas (y la estadística asciende a casi 13 millones en menos de 15 años). El tamaño de las familias se ha reducido considerablemente en las últimas décadas, pero también lo ha hecho el consumo de alimentos en el hogar, trasladándose a la hostelería.
Observando estos datos, es fácil deducir que cada vez son menos los hogares que toman la decisión de comprar un jamón entero para casa, salvo en Navidad, bendita Navidad para los jamoneros.
Comprar de golpe 8 kilos de producto es difícil que nos parezca barato, aunque sea de un producto que aguanta meses (si sobrellevas la tentación de cortar una lonchita cada vez que pasas delante de él). Cualquier compra de 8 kilos de producto supone un desembolso inmediato que no todo el mundo quiere o puede asumir.
Jamón loncheado: un producto adaptado al consumidor actual
Existen formas de comer jamón más económicas a priori. Y digo a priori porque, obviamente, un producto manipulado y sin merma, siempre nos va a salir más caro si miramos el precio kilo. Pero no así el precio unitario, que es el precio con el que la mayoría de los consumidores toma la decisión de compra. Es lo que sucede con numerosos productos procesados o ultraprocesados. Nos hemos acostumbrado a pagar más por los envases, los patrocinios o la publicidad que encierran algunas marcas, que por el alimento en sí mismo.
Los formatos reducidos de consumo de jamón, ya sea al corte en charcutería, en tacos, o en sobres de loncheado y envasado al vacío, nos permiten disfrutar de distintas calidades de jamón con desembolsos muy inferiores a los de la pieza entera. Vamos, que es fácil darse un caprichito aunque sea en pequeñas dosis.
Hay jamones para todos los gustos, momentos y bolsillos, y no solo por la calidad de los mismos, sino por este tipo de presentaciones comerciales. Si somos capaces de pagar por una copa en un bar casi lo que pagamos por una botella entera en un supermercado, ¿por qué no vamos a pagar por un sobre cortado a cuchillo de un jamón que no compraríamos entero?
Respondiendo a la pregunta inicial
Entonces, ¿vale la pena economizar a la hora de comprar un jamón? Obviamente, nosotros no somos quienes para tomar decisiones sobre los bolsillos de nadie, pero sí que creemos que, como con cualquier otro artículo de consumo, la calidad debería ser una de las razones principales a la hora de decidir una compra. Porque como se dice comúnmente, “lo barato sale caro”.
Pagar un precio bajo por un jamón que no satisfaga nuestras expectativas, es tirar el dinero. A veces, es mejor disfrutar menos cantidad de algo, que hartarnos de comer por el mero hecho de comer. Porque no nos engañemos, el jamón es un alimento, sí, pero es mucho más que eso. El jamón es un placer, es motivo de alegría, de satisfacción. Es el mejor compañero en cualquier celebración o reunión. Es un producto que nunca sobra y que siempre despierta una sonrisa.