Agosto, mes de fiestas patronales en la mayoría de los pueblos de nuestra geografía. Mes en el que, si alguien que no conociera nuestra realidad hiciera una instantánea, parecería que nuestros pueblos rebosan de gente y de vida. Pero mañana, o el domingo que viene, o el día después de las fiestas, la verdadera realidad se apodera de muchos municipios.
No es una queja. Sé que la población que vive cada día tranquila en su pueblo, aunque se alegre de ver de nuevo las calles y los bares llenos, las panaderías y las tiendas a rebosar, y niños corriendo por las plazas, retoma con buena cara su cotidianidad. Es simplemente un retrato.
Lo malo es que, si la tendencia continúa así, nuestros pueblos irán muriendo con sus gentes. No vamos a ser nosotros quienes demos una solución a este problema demográfico, pero sí queremos mostrar cómo el sector del jamón contribuye a, al menos, frenar esta sangría asentando la población al entorno rural.
Una industria arraigada al campo
El medio rural ocupa el 84% de nuestro territorio. Sin embargo, son poco más de 7,5 millones de personas (menos del 16% de la población total) quienes dan vida de verdad a nuestros pueblos. La densidad media ronda los 18 hab/km², con algunas de las zonas más despobladas de Europa junto con Escocia y Finlandia.
14 de las 50 provincias españolas se encuentran en situación crítica, con el 80% de sus municipios en grave peligro de extinción. Alrededor de 4.200 municipios tienen una gran falta de habitantes, y de ellos son ya 1.840 los pueblos que están en riesgo de despoblación irreversible.
Sin embargo, sectores económicos como el del porcino en general, y el del jamón en particular, contribuyen a que la población autóctona decida no emigrar y a que gente que busca otra forma de vida, pueda ganarse la vida en los pueblos.
Así, el 45% de las industrias del sector porcino en nuestro país se encuentran en municipios de menos de 5000 habitantes, proporcionando más de 21000 puestos de trabajo directo y decenas de miles indirectos.
España cría unos 53 millones de cerdos que se transforman en unas 2.500 plantas industriales de distinto tamaño y todas ellas, prácticamente, están ubicadas en el medio rural. Además, se producen en nuestro país unos 40 millones de jamones y 6 millones de paletas, generando unos 11000 empleos, la mayoría de ellos en el medio rural.
El caso de Teruel
Si hablamos de despoblación, Teruel es un caso excepcional. Junto con las provincias de Soria y Cuenca (también en España), el Condado de Lika-Senj (en Croacia) y la Región Evritania (en Grecia), conforman la red de Áreas Escasamente Pobladas del Sur de Europa. Su densidad de población es de apenas 9,08 hab/km².
Teruel es ejemplo de despoblación, pero también de cómo el sector del jamón puede afianzar la economía y la población en un territorio. Hablamos en concreto del jamón de Teruel con Denominación de Origen Protegida.
Si bien es cierto que representa un bajo porcentaje de todos los jamones producidos en la provincia, hay que recordar que su singularidad ofrece una garantía de ese asentamiento de población. Y es que el jamón de Teruel solo se puede hacer en Teruel, obviamente. Desde el cereal que comen los cerdos, a la cría, engorde y sacrificio de los mismos, la elaboración del jamón y su transformación, todo se produce en la provincia.
La DOP jamón de Teruel está conformada por 189 empresas, entre granjas, mataderos, salas de despiece, secaderos y fábricas de piensos, con una facturación superior a los 100 millones de euros. Generan más de 1000 puestos de trabajo directo y otros tantos indirectos en una provincia con una población total de unos 135000 habitantes. Y sobre todo, supone un orgullo para los habitantes de esta zona de España.