Vino y jamón

El jamón y la enogastronomía

Se nos ve un poco el plumero con el tema del vino, pero es que hemos de reconocer que es todo un referente para el jamón en cuanto al camino a seguir en promoción e imagen.

Para el sector del jamón, el vino va siempre un paso por delante. La puesta en valor del producto, su imagen de marca, su forma de promocionarlo educando al consumidor, la especialización tanto de sus productores como de sus prescriptores: el incremento de su valor, en definitiva. Y a todo esto contribuye una tendencia en auge muy vinculada al turismo: la enogastronomía.

¿Qué es exactamente la enogastronomía?

Si según la RAE, gastronomía es el “arte de preparar una buena comida; la afición al buen comer; y el conjunto de platos y usos culinarios propios de un determinado lugar” y la enología es el “conjunto de conocimientos relativos a la elaboración de los vinos”, es fácil deducir qué es exactamente la enogastronomía (aunque esta palabra en sí no la recoja el diccionario de la RAE). Se trata simplemente de una forma de aunar el arte del buen comer con el conocimiento de los procesos de elaboración, degustación y maridaje del vino.

Es en este último punto, en el del maridaje, donde el jamón encuentra un hermanamiento único con el vino.

“Allá se me ponga el sol, donde me den vino y jamón”

Hablamos de dos productos que, en la gastronomía española, siempre han ido de la mano. Buena cuenta de ello da nuestro querido refranero popular, cargado de referencias a ambos. Y es que, en esencia, son dos productos muy ligados tanto a la tradición y la artesanía, como al clima de los lugares donde se elaboran. Quizás por ello exista esa magia entre ambos que hace que con un buen jamón apetezca un buen vino y viceversa.

Cada bodega, al igual que cada secadero, mantiene sus propias características aún partiendo de materias primas similares a las de sus vecinos. Tanto el saber hacer de sus enólogos y maestros jamoneros, como las características propias de cada instalación, confieren al jamón y al vino unas cualidades únicas que los dotan de alma propia. Probablemente por ello, sean dos productos agroalimentarios tan vinculados entre sí.

Una propuesta turística en auge

Obviando el duro revés que supuso para todos los sectores productivos el año 2020, el turismo gastronómico y el enogastronómico en concreto, venían desarrollando un auge exponencial en los últimos años.

En 2019, año récord de visitantes extranjeros a nuestro país (83,7 millones de turistas), 2 de cada 10 personas que visitaron España participaron en actividades gastronómicas o relacionadas con el vino. Por ello, son muchos los proyectos que se han construido en base a este concepto, y es por ello también que el Gobierno de España tiene su propio Plan Turístico Nacional Enogastronómico.

Aunque en el sector del jamón existen también proyectos vinculados al turismo y a la cultura del mismo, seguimos caminando los pasos ya dados por el vino siempre un poquito por detrás. Sin embargo, creemos que es en este punto precisamente donde deberíamos darnos definitivamente la mano para sumar juntos.

Hablamos de un sector muy atractivo, ya que, según el plan mencionado del Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, “el turista enogastronómico viene a nuestro país por ocio y vacaciones, atraído por nuestra cultura. Llega generalmente sin contratar paquete turístico. Se aloja en hoteles o bien en casas de amigos, en estancias cortas. Tiene estudios superiores, ostenta cargos de responsabilidad en su trabajo y tiene un poder adquisitivo alto o medio-alto. Tiende a viajar solo o sola o en pareja, y es menor de 45 años”. De hecho, el gasto medio del turista con este perfil supera con creces al turista mayoritario que viene buscando sol y playa.

Evitar los mismos errores, una visión muy personal

Aunque personalmente siempre he creído que el vino nos lleva años de ventaja, creo también que hemos de aprender de sus errores.

Esta misma mañana, antes de escribir este texto, leía un comentario en un artículo que hablaba sobre el descenso del consumo en el vino. A pesar de los ingentes esfuerzos del sector vinícola para poner en valor su producto, la cerveza le ha ganado terreno convirtiéndose en la reina del tapeo en nuestro país. El comentario hablaba sobre las exigencias hacia el consumidor que tiene el vino. Es decir, parece que para beber vino, haya que estudiar antes, que no se pueda disfrutar como cada uno quiera (con gaseosa, refresco o lo que te dé la gana), que haya que entender para beber. La cerveza no juzga, la cerveza vende.

Ya os digo que esta es una visión muy personal, pero creo que el jamón no debe caer en dogmas. Está muy bien informar, mostrar, respetar el producto y su forma tradicional de consumirlo, pero no podemos sacralizar el jamón, y menos si queremos vender cada vez más y más lejos. No hay cultura del jamón español fuera de nuestras fronteras, y no podemos imponer nuestra forma de consumirlo. Podemos mostrarlo, sugerirlo, pero podemos también aprender de la riqueza gastronómica de otros lugares y estar abiertos a propuestas que nos permitan hacer del jamón un producto que crezca en consumo y en conocimiento.

El jamón y la enogastronomía deben darse la mano siempre, pero sobre todo por el lujo de disfrutar de los placeres de la vida, por dar a conocer su tradición y su artesanía y por poner en valor nuestro territorio y sus gentes.

Roberto Gómez Moreda

Licenciado en Periodismo, trabajo como encargado de producción junto a mis hermanas en el secadero de jamones que fundaron mi padre y mi abuelo, sin perder la pasión que me llevó a estudiar Ciencias de la Información.

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