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Cómo llevar jamón a otro país

Seguro que en alguna ocasión, al viajar a otro país en avión, habéis tenido cuanto menos la tentación de echar en la maleta un poquito de jamón. A veces es porque vas a pasar una temporada en algún lugar en el que sabes que no vas a encontrar o va a estar a precio de oro (o de gasolina o aceite de girasol), pero otras es porque alguien al otro lado de la frontera lo echa de menos más que el respirar y te lo ha encargado.

Transportar alimentos entre países no es tan sencillo como pudiera aparentar, sobre todo si son de origen animal. Hablamos de productos que, si no han sido elaboradoras bajo estrictas normas sanitarias, pueden convertirse en un foco de patógenos que contamine en el país al que llegues. Además, esas normas, por muy estrictas que a veces parezcan, quizás no lo sean las mismas que solicita el país de destino, así que el lío está servido.

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“Vente a Alemania, Pepe”

Recuerdo una anécdota con la que nos reímos muchísimo hace unos años. Una elaboradora de jamón y gran persona (cuyo nombre no voy a desvelar), contaba ante un foro privado del sector, cómo tenía que colar el jamón en Alemania cuando España no pertenecía a la Unión Europea y el libre comercio no era tan libre pero sí comercio. Metía la pata de jamón en una sillita de bebé y lo tapaba con un arrullo como si el niño estuviera dormido. Afortunadamente para nosotros, este tema ha cambiado muchísimo, y las normas comunes europeas en materia de seguridad alimentaria, permiten la libre circulación de alimentos como cualquier otra mercancía.

Más allá del tema comercial o de exportación, como viajeros tenemos la facilidad de llevar con nosotros todo tipo de elaborado cárnico, ya sea en nuestro equipaje de mano como en el facturado en la bodega del avión. Al ser un alimento producido en España, cumple con la normativa sanitaria vigente en todos los países de la UE. Incluso a países europeos ajenos a la UE como Noruega, las Islas Feroe o San Marino, se puede volar con pequeñas cantidades de productos cárnicos envasados siempre que sean para uso particular y no comercial.

Eso sí, nuestra recomendación es que lo transportéis siempre envasado al vacío por un tema de higiene y de conservación adecuada del jamón.

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¿Y en el resto del mundo?

Pues os diríamos que hay casi tantas políticas sobre este tema como países a los que os podáis dirigir. Cada gobierno local tiene sus propias normas sobre la introducción de alimentos en sus fronteras, así que la mejor opción es siempre, o bien consultar con nuestra embajada en el país de destino, o contactar con la agencia aduanera correspondiente.

Aunque por norma general el viajar con alimentos de origen animal esté restringido, en muchas ocasiones no existe mayor problema si la cantidad no es significativa, si el producto se encuentra envasado al vació y correctamente etiquetado y si viaja en el equipaje facturado en el bodega del avión. Sin embargo, como os hemos dicho, lo más efectivo es una consulta antes de que nos hagan deshacernos de nuestro querido jamón y derramar unas lagrimitas con él.

Varios países de Latinoamérica, como Argentina, México o Brasil, o gigantes como China, sí permiten el transporte de jamón siempre que no sea en pieza entera y que se encuentre envasado al vacío. Muy distinto es el caso de EE.UU., donde su estricta legislación en la materia, puede hacer que nuestra osadía de llevarnos ese pedazo de nuestro hogar que es el jamón, acabe en una desagradable anécdota. A EE.UU. No está permitido viajar con prácticamente ningún tipo de alimento. Puedes llevar chocolate, turrón, conservas de pescado o incluso queso curado envasado siempre que el peso no supere los 5 kilos. Sin embargo, y desafortunadamente para los amantes de este manjar, si tu destino está en EE.UU., mejor deja que otro disfrute del jamón en España.

Mención aparte merecen los países musulmanes e Israel. La prohibición de consumir cerdo, común tanto en el Islam como en el Judaísmo, convierte en una misión imposible (y totalmente desaconsejable) el hecho de viajar con vuestro jamón cortado en el avión. Si es vuestro caso, disfrutad de la cultura y de la gastronomía local durante vuestra estancia. No os preocupéis, que a vuestro regreso, vuestro jamón estará preparado para daros la bienvenida que os merecéis.

Roberto Gómez Moreda

Licenciado en Periodismo, trabajo como encargado de producción junto a mis hermanas en el secadero de jamones que fundaron mi padre y mi abuelo, sin perder la pasión que me llevó a estudiar Ciencias de la Información.

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