El jamón y el deporte

En más de una ocasión os hemos hablado de los beneficios que nos aporta para nuestra salud el consumo de jamón. Si bien es un producto más que recomendable para incluir en nuestra alimentación cotidiana, más importante aún es convertirlo en un habitual de nuestra dieta si somos deportistas.

Las personas que practican deporte frecuentemente, ya sea de forma amateur o profesional, tienen una necesidad extra de determinados nutrientes con respecto a las personas sedentarias. El jamón, tanto blanco como ibérico, posee unas cualidades que casan perfectamente con estas necesidades nutricionales de los amantes del ejercicio.

Fuente de proteínas y aminoácidos

La realización de cualquier ejercicio físico conlleva siempre algún grado de destrucción muscular (catabolismo muscular), mayor en los ejercicios de fuerza que en los aeróbicos. Los primeros, siempre con un aporte adecuado de proteínas, estimulan la creación de fibras musculares con el consecuente aumento de masa muscular. En los segundos, en los que apenas hay creación de fibra, predomina la destrucción muscular, por lo que todavía es más importante si cabe, la ingesta de proteínas y aminoácidos.

Tan importante como el hecho de comer alimentos ricos en estos elementos, es el momento en el que se ingieren. La recomendación es hacerlo en la hora posterior a la práctica del ejercicio, ya que cuanto antes lleguen los aminoácidos al músculo, más rápida será su reparación. Y es aquí donde entra el jamón.

El jamón aporta entre 30 y 35 gramos de proteínas de alto valor biológico por cada 100 gramos de producto. Además, posee todos los aminoácidos esenciales para nuestro organismo, que se encuentran fácilmente disponibles gracias a la proteólisis que se produce durante la curación del mismo. Así pues, el jamón es uno de esos alimentos con proteínas de rápida absorción que recomiendan los nutricionistas deportivos y que sin duda apetecen tras el esfuerzo.

“Y no olviden supervitaminarse y mineralizarse”

Seguro que lo que recomendaba Súper Ratón era jamón, ya que las vitaminas y los minerales son dos tipos de nutrientes básicos que están muy presentes en este producto.

El jamón aporta vitaminas del grupo B, necesarias para regular el metabolismo y para la producción de energía, especialmente B1 (tiamina), B2, B3 y B6. Su consumo ayuda a disminuir la fatiga y la sensación de cansancio.

Por otro lado, el jamón es rico en minerales como el zinc -fundamental para el buen funcionamiento del sistema inmunológico y el desarrollo muscular– y el hierro hemo, de fácil absorción. Durante el ejercicio se produce la llamada hemólisis, es decir, rotura de glóbulos rojos. El hierro es un componente esencial de la hemoglobina (proteína que transporta el oxígeno a los tejidos) y de la mioglobina (encargada de transportar oxígeno al músculo). El consumo de jamón ayuda a paliar esa carencia de hierro y prevenir la llamada “anemia del deportista”. Además, el jamón es fuente de fósforo y potasio, que ayudan a recuperar las sales minerales durante el ejercicio, así como de calcio. ¿Qué más se puede pedir?

Nada como un buen bocata de jamón

No nos olvidamos de los carbohidratos, fuente básica e imprescindible de energía para la realización de ejercicio. Y como el jamón no es precisamente rico en ellos, nuestro consejo es que os hagáis un buen bocata de jamón con pan con tomate. Los hidratos de carbono del pan y la vitamina C del tomate, que nos ayudará en la absorción del hierro aportado por el jamón, son la mejor barrita energética que nos podemos llevar a la boca tras una jornada de ejercicio.

Roberto Gómez Moreda

Licenciado en Periodismo, trabajo como encargado de producción junto a mis hermanas en el secadero de jamones que fundaron mi padre y mi abuelo, sin perder la pasión que me llevó a estudiar Ciencias de la Información.

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